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PERFIL DEL DISEÑADOR DE VESTUARIO EN EL TEATRO LOCAL

El quehacer del diseñador de vestuario para el teatro contemporáneo en la ciudad de Medellín, permanece en un plano frívolo y ligero. Entendemos a grosso modo que su labor, es diseñar el vestuario de cada personaje según la propuesta de montaje que se desea en la obra, y trabajar dentro de un equipo al servicio del director. Pero esta función en varios casos, se ha permeado de intenciones superficiales que no permiten una exploración estética, rica de fuerzas y estímulos para el espectador.

 

Nos permitimos crear un collage de pensamiento, que demuestra la intención que tienen varios vestuaristas y actores de la ciudad de Medellín, a la hora de crear el vestuario para un personaje teatral. Esta observación de casos específicos, nos ayudará a analizar la técnica de estos y saber sus aciertos y falencias.

 

Juan David González, actor de la obra Locos de Amor del grupo Intimo Teatro, nos habla de la utilidad que tiene el vestuario para ellos.

 

El vestuario nos sirvió como un apoyo y un elemento más de la puesta en escena, fue un elemento que nos ayudó a nosotros como actores a plantear los personajes, a definir su carácter y a definir sus circunstancias específicas no sólo temporales y geográficas. También lo utilizamos para definir su psicología y definir aspectos como fue la edad. Nosotros buscamos crear un personaje que estuviese definido por el lugar en donde vivía, la historia que lo atravesaba. También [el vestuario] tuvo la función de caracterizar cada personaje, además de dar cuenta de los distintos oficios que realizaban. No buscamos crear un lenguaje que aportara otra visión distinta a la obra, no buscamos crear metáforas o que fuera un lenguaje independiente. Buscamos ser lo más fiel posible a las circunstancias reales de la época propuestas por el autor.(sic) (González, citado en Uribe, 2003. p. 79).

 

También, Raúl Ávalos miembro del grupo Tablado, nos muestra el proceso de creación del vestuario para la obra Terror y miserias del tercer reich de Bertolt Brecht.

 

Dentro del proceso del Tablado lo más normal es que en los montajes que hemos hecho, un grupo de personas haga un diseño integral, un diseño de escenografía, utilería, vestuario e inclusive maquillaje. En el caso concreto de Terror y Miserias, las diseñadoras de la escenografía y el vestuario se hicieron cargo de este elemento escénico, aunque nosotros, tanto actores como director, ya teníamos una idea básica de lo que queríamos del vestuario. La idea, era que se viera la diferencia entre el rol que cada uno de los personajes desempeñaba dentro de la obra, ya que a ésta la contienen distintos cuadros, en los que cada uno tiene un núcleo social [estratificación] diferente. […] En esta obra era muy claro, que el vestuario era de época, […] Una de las pretensiones desde el punto de vista político y como coyuntura actual de nuestro país era tratar de hacer vigente esa situación [Alemania nazi] […] Nosotros no teníamos por qué vestirnos como ahora para traerlo ahora, nos podíamos quedar absolutamente en la época y la gente y el público hacía la relación. (Ávalos, citado en Uribe, 2003. p. 82-83)

 

Ahora hablaremos del caso de Carolina Taborda, una referencia muy particular que permite dar cuenta de un proceso catártico en ella como actriz, para la elaboración del vestuario. Ella haría de Cassandra, personaje de la obra Martillo, versión contemporánea de la Orestiada de Esquilo, con el director Rodrigo García.

 

El vestuario en “Martillo” no pretendía marcar una época, o un carácter físico, no estábamos buscando una historia, lo único que si sabíamos era que el vestuario tenía que ser parte activa de la acción […] estábamos buscando lo polisensorial de alguna manera. […] y llegamos a la idea de la melaza, que es la sustancia que compone el traje de mi personaje Cassandra. La melaza nace de la experimentación actoral que llevábamos. Al principio no había propuesto ningún tipo de vestuario porque el director de la obra nos pedía que si no encontrábamos la sensación no se fingiera (Taborda, citado en Uribe, 2003. p. 85).

 

Taborda cuenta que la idea de melaza en su cuerpo la fue encontrando por “casualidad”, dice que en una de sus clases de la universidad, la profesora estaba hablando de las pitonisas y dijo: “donde pisaban las pitonisas salía miel”. Ella tomó esa frase como punto de partida para hacer la experimentación, que una vez amalgamada en su cuerpo se crearía el traje del personaje. “Cassandra es exterior, es piel no más, y sin mi piel y la melaza ese personaje no existiría y sería totalmente representativo” (Taborda, citado en Uribe, 2003. p. 86). La actriz nos habla del proceso de interpretación del personaje y nos dice que:

 

Es otro modo de realizar el personaje distinto al Stanivlaskiano donde yo ya no tengo que pensar en el carácter del personaje, cuáles son los deseos del personaje sino que todas esas cosas se van dando por una exploración de los sentidos que se va dando al tener la melaza en mí, eso es lo que pasa en realidad con el personaje (Taborda, citado en Uribe, 2003. p. 86)

 

También nos habla de la percepción que tuvo el público en la puesta en escena con el personaje de Cassandra:

 

La melaza no significa sangre como todo el mundo dice, una piel despellejada, obviamente es una piel encima de la piel que permite una sensación más amplia, es como tener dos pieles, pero eso no significa que ella se esté muriendo de dolor como todo el mundo piensa (Taborda, citado en Uribe, 2003. p. 86).

 

Otro caso es el de Ana María Tapias, quien hizo de Clitemnestra, en un ejercicio como estudiante de Teatro de la Universidad de Antioquia. Ella comienza a construir el traje de su personaje partiendo de dos nociones psicológicas de Clitemnestra: es una reina con toda la ostentación permitida por la sociedad, pero para ella, su condición y título de reina es un peso que debe cargar, y también, como dice Tapias es “una madre reina que va a buscar a su hijo porque de sus senos sale leche” (Tapias, citado en Uribe, 2003. p. 90).

 

Estos dos conceptos, tienen como resultado un vestido inmenso, ostentoso y tan voluminoso, que no permite el típico andar de carácter vertical de las reinas, además Tapias hace una significación con los colores del vestido. “El rojo lo manejamos a nivel de sangre, el negro lo manejamos a nivel de tierra fértil mas no abonada, fértil pero al mismo tiempo infértil” (Tapias, citado en Uribe, 2003. p. 91). Y para mostrar ese lado maternal, llenó bolsas de plástico con leche y se las puso en el pecho.

 

Por último, atenderemos a los procesos de diseño de Faber Londoño para la creación del vestuario. Él perteneció 16 años al grupo de teatro Matacandelas (este registro temporal lo hemos constatado en la página oficial: http://www.matacandelas.com).

 

Yo me dejo guiar por la intuición, por lo que quiere ofrecer el texto, por lo que propone el personaje, pienso en su color y después del color pienso en la textura y de ahí lo ubico, me lo imagino y lo desarrollo y luego creo los diseños y las formas y las necesidades propias del actor, porque si es un personaje que se mueve demasiado, un vestuario ajustado no le funciona además que el sonido es terrible, porque una ropa ajustada crea sonido e incomodidad. En la tragedia se usan mucho los colores suaves o casi fríos pero con matices calientes, en la comedia se buscan tonos muy pasteles pero se le mezclan elementos brillantes, coloridos, que le den fuerza al vestuario. Y ya en el género infantil como lo catalogo yo, se busca mucho el color sin abusar de él, porque puede fatigar a los niños y a los adultos, los adultos son más tolerantes, pero el niño hay que darle un color explícito que no lo canse ni no lo violente. Tonos fuertes como el rojo o el naranja para ellos son muy fuertes. (Londoño, citado en Uribe, 2003. p. 111-112).

 

Después nos cuenta cómo es su metodología y el acercamiento que tiene con el actor, pues para él, es fundamental este encuentro con el personaje.

 

Me siento con el actor sea éste hombre o mujer, discuto qué es lo que quiere primero que todo, porque yo no puedo partir de mis gustos, sino a partir del gusto del actor, y de ahí, saco mis ideas con él y sacamos un solo lenguaje, y trabajamos juntos. […] Primero le hago la propuesta al director, ésta es mi idea, ésta es la idea del actor, cuál le gusta más a usted, el director escoge, por lo general me dice que decida yo, y escojo lo que me deja llevar la intuición en pro del texto de la creación artística, no en pro de un gusto personal. […] Lo principal es que sea atractivo para el ojo del espectador (Londoño, citado en Uribe, 2003. p. 113).

 

Entonces, después de este panorama que da a conocer diferentes procesos de creación para el vestuario escénico, podemos comprender algunas pretensiones que manifiestan directores, actores y vestuaristas, al momento de concebir un personaje a través del vestuario.

 

En primer lugar, es claro que en muchas ocasiones lo que se quiere conseguir con el vestuario escénico, es una caracterización del personaje para que el espectador identifique su personalidad, particularidades fisiológicas  e incluso, el contexto de la obra. Además, en muchas situaciones vemos que el vestuario quiere adherirse “fielmente” a la dramaturgia o a una época determinada, pero debemos comprender que el espectador una vez entre al espacio escénico, verá personajes distintos que están ligados a la actualidad; hubo un proceso de interpretación del personaje y por más exacto que parezca, el espectador sabe que entra a un universo de ficción y no a un estado de realidad. Por eso, debemos saber realmente qué propósitos tenemos con el espectador, pues se debe hacer un estudio exhaustivo para una interpretación verosímil, y poner en la balanza con qué intenciones queremos hacerla, si de antemano sabemos la observación del espectador.

 

Es claro pues, que las intenciones del director para la puesta en escena, condicionan el quehacer del diseñador, éste no puede proponer discursos que inciten actos de crueldad si el director no lo desea; la obra es un conjunto armonioso y todo debe contemplar la misma intención. Es así, que no debemos ver el vestuario como “un elemento más de la puesta en escena”, de hecho, ningún agente estético de una obra debería verse así, pues todo debe compaginar para crear realmente, discursos que seduzcan al público. 

 

Escena de la obra Mabou Mines DollHouse del director Lee Breuer. En esta obra vemos claramente la intensión del vestuario sobre una época determinada, pero también, vemos que la escenografía tiene intenciones muy precisas para la interpretación del espectador. Todos los elementos de la escenografía y el atrezzo, son más pequeños del estado natural de las cosas, el espacio es diseñado para los hombres de la obra. Ellos tienen la condición física de ser enanos pero en el trascurso de la obra, se entiende claramente que los hombres son los del tamaño habitual y las mujeres están sobredimensionadas,  son extrañas en el lugar, ellas deben tomar la  postura sumisa de condicionar su cuerpo a partir del espacio. Como lo dijimos anteriormente, todos los elementos estéticos de una obra deben tener un discurso conciso para el público y en ésta, se manifiestan abiertamente.

Tomada de: http://megannegeorgedesigns.com/costume_dollhouse.html. (11\10\13)

Escena de la obra Mabou Mines DollHouse del director Lee Breuer. Aquí vemos cómo la protagonista para estar frente al personaje, debe arrodillarse mientras éste permanece sentado en su sillón. 

Tomada de: http://megannegeorgedesigns.com/costume_dollhouse.html. (11\10\13)

Otra percepción, son las insinuaciones subjetivas de códigos que no son implícitos para el público y que son notorios indiscutiblemente en la escena. Citamos nuevamente las intenciones que tiene Londoño en la utilización de la carta de color para el vestuario. “En la tragedia se usan mucho los colores suaves o casi fríos pero con matices calientes, en la comedia se buscan tonos muy pasteles pero se le mezclan elementos brillantes, coloridos, que le den fuerza al vestuario” (Londoño, citado en Uribe, 2003. p. 111-112). Aunque después nos explica que en el teatro infantil no debemos utilizar colores como el rojo o el naranja porque estos fatigan a los niños, y se ve una determinación clara del porqué, en una obra teatral trágica o cómica aún no se han establecido colores universales para ésta. Sabemos que no hay que sesgar al espectador actual en su sentir, pero si pensamos en un código de lectura que habla claramente de disposiciones teatrales, éste, debe estar pensado para que el espectador lo entienda o le genere algún estímulo y más si se trata del color de las prendas, pues bien sabemos que existe una teoría del color para el percibir del público. Igualmente en el caso de Clitemnestra, la actriz en su búsqueda íntima del personaje, reconoce colores para sí, que le significan conceptualmente, pero estos, posiblemente no sean correspondidos con el percibir del público; por ejemplo, el negro para ella es “tierra fértil que al mismo tiempo es infértil” y utiliza esa significación para emplear el negro en el vestuario; no se vale de otros mecanismos de expresión como las texturas para afianzar esa idea, la cual no va tener una lectura clara en el espectador.

 

También para Londoño, la indagación con el actor del personaje, es pieza indiscutible y clave en el proceso. Esto es un gran acierto, pues da cuenta de una buena evolución en la creación del personaje, como diseñador, estará buscando la mediación del proceso carnal del actor con el lenguaje plasmado en el vestuario. Su inconveniente, es dejar al albedrío del actor, elementos claves de la concepción del personaje.

 

Igualmente, Londoño manifiesta que en el vestuario escénico “Lo principal es que sea atractivo para el ojo del espectador” (Londoño, citado en Uribe, 2003. p. 113), esto es un error frecuente en el gremio; además, deberían de existir otros deseos al hacer el vestuario, de lo contrario, solo crearíamos pastiches ostentosos y hostigantes que no generarían discursos en la escena.

 

Por otro lado, en el proceso de Taborda y Tapias, es incuestionable el tratamiento creativo que tienen para entender y percibir el vestuario; su técnica es muy parecida a la utilizada en la clase Otras Poéticas de Luz Dary Alzate. Resaltemos pues que las dos, son actrices y no diseñadoras de vestuario. Hay intenciones muy provechosas estéticamente para el espectador, hasta incluso, intensiones de crueldad. Podrían ser perfectos modelos del fenómeno que tratamos, pero a veces, al llegar al espectador, se tergiversan pretensiones que tienen con el público y por eso, las vuelve también una referencia vulnerable.

 

En su metodología, percibimos abiertamente un proceso catártico e indudablemente subjetivo, que de hecho, es el que permite la riqueza estética del traje; al transcribirse en escena todo este acto de crueldad, a veces, como en el caso de Cassandra, quedan elementos inconclusos para el espectador y posiblemente, aparecen confusiones de códigos en la escena. Como dijimos anteriormente, el espectador actual no debe ser sesgado, pues al teatro contemporáneo le interesan todo tipo de reacciones en el público, pero cuando éstas no son provocadas, sino más bien, son el resultado de descuidos, estas sensaciones disparatadas del espectador, no deberían tener cabida alguna en la puesta en escena.

 

También, cabe aclarar que en este cadáver exquisito de pensamientos, se ve claramente una manifestación de la concepción del vestuario desde la visión del actor; muchos de los procesos mencionados son hechos por los actores de cada obra o compañía, de hecho, los dos ejemplos más interesantes para nuestro fenómeno, el vestuario lo hicieron las actrices que harían el personaje. Esto muestra una gran incertidumbre en el perfil del diseñador de vestuario para teatro en la ciudad de Medellín, pues algunas compañías prefieren que sus actores hagan los procesos de creación del vestuario y los materialicen, en vez de acudir a personas especializadas en el tema. La razón, posiblemente sea por el contenido sensible y sugestivo que plantean algunos actores con sus personajes y a lo mejor, por no tener profesionales que busquen otras metodologías y propongan a partir de éstas y no de las sugeridas tradicionalmente por el diseño escénico.

 

Desde luego hay otras compañías que sí llaman a profesionales para que lo hagan, pero lo que termina haciendo el diseñador, es materializar las ideas de los actores o del director, sin intensión de generar una propuesta realmente creativa y rica en estímulos para el espectador.

 

Para terminar, citemos pues a Paula Andrea Gutiérrez, Sara Ramírez y Verónica Rendón en su tesis El vestuario en las artes escénicas: Reflexión teórica sobre la función comunicativa, técnica y funcional del vestuario teatral en Medellín, para la construcción de la identidad de un personaje (2013), pues en su trabajo, nos hablan del por qué el diseño de vestuario escénico en Medellín, aún no es importante y percibido por todos en el gremio y dan constancia de su metodología para hallar dichos argumentos.

 

Después de haber asistido al 30% de las obras que se están presentando en Medellín actualmente, y de entrevistar a directores, actores y vestuaristas y analizar la documentación existente, se llega a la conclusión de que el trabajo de vestuario que se realiza, en la mayoría de los casos, no está entre las prioridades de muchas de las compañías de teatro de la ciudad.

 

Entre las razones que evidencian de cómo el vestuario no tiene el peso necesario dentro de la puesta en escena están: la falta de presupuesto y el vacío en lo que respecta a una propuesta metodológica de trabajo, donde el director se encargue de supervisar y guiar cada paso en el proceso de creación de la indumentaria.

 

Por otra parte, hay una carencia de profesionales de vestuario y la falta de indagación e investigación de muchos de estos, incluso en los que trabajan con las compañías de teatro con mayores presupuestos de la ciudad […].

 

También es necesario resaltar que no se debe generalizar la forma de concebir el vestuario dentro de la puesta en escena, ya que cada grupo en la ciudad tiene una manera diferente de conceptualizarlo y construirlo. Generalmente estos grupos hacen un trabajo grupal en el proceso de producción y diseño de este. Si bien aquí se puede ver un proceso creativo interesante, al no tener en cuenta la parte funcional- ergonómica, técnica y comunicativa como un proceso íntegro, esta forma de desarrollo del vestuario termina entorpeciendo cualquier propuesta de diseño que sea coherente desde la profesionalización de la práctica.

 

En otros casos como el del grupo Fractal teatro, no cuentan con conocimiento técnico-productivo, es decir corte y confección del vestuario, el director no arriesga la factura de la obra y de su vestuario por bajar costos, para esta labor contratan a personas preparadas tanto a nivel conceptual como técnico (profesionales), la idea es que ellos se encarguen de realizar el vestuario de las obras. (Gutiérrez, Ramírez, Rendón, 2013. p. 25-26) 

EL VESTUARIO: INVOCACIÓN Y PROVOCACIÓN DE FUERZAS

La misión del vestuario escénico en esta exploración creativa, no es la de acompañar el personaje como se pensó en tiempos aristotélicos, tampoco de representar, caracterizar o identificar, ni mucho menos ser un ornamento que cumple con comunicarle al espectador, en qué contexto está.

 

Queremos darle por el contrario,

 

Una función autónoma y estética […] que el vestuario sea dinámico: lograr que se transforme, que no se <agote> después de un examen inicial de pocos minutos, que <emita> signos en los momentos oportunos en función […] de las relaciones actanciales. (Pavis, 1998. p. 507)

 

Hacer del vestuario escénico un generador de sentido, donde invoque fuerzas divinas, cosmogónicas, urbanas, y le genere al espectador, sensaciones eróticas, persuasivas, alegóricas, melancólicas, viscerales.

 

Recordemos que nuestro cuerpo está construido por fuerzas cósmicas y se trasmuta, a medida en que esas entran en él; es un cuerpo que se manifiesta en pensamiento, es creativo y busca la anulación de fuerzas negativas.

 

También, es un cuerpo que como lo explicamos en capítulos anteriores, emplea simbologías para seducir las fuerzas que se condensan en ellas y suscitarlas en el cuerpo. Estas simbologías son parte del imaginario colectivo y se expresan en figuras de poder; por eso, el cuerpo de la semejanza al servirse de ellas, se afirma como cuerpo significante para su comunidad.

 

Algunas prácticas teatrales se valen de esas simbologías para generar gran resonancia. En culturas arraigadas a sus fuerzas ancestrales y creencias, se ve aún más esta disposición, pues hay un sentido trascendental al implementar estos símbolos en actividades culturales.

 

Dos ejemplos a destacar de estas formas teatrales son: el antiguo tratado de artes dramáticas Natyasastra y el teatro Noh japonés. Ambas se practican actualmente así lleven siglos de antigüedad y cabe resaltar que las dos, pertenecen a culturas orientales. 

 

El Natyasastra como lo dijimos anteriormente, es un antiguo tratado de artes dramáticas que data entre el 200 a.C y el 200 d.C. Su escritor, posiblemente fue el sabio Bharata[11]. En este tratado, con 36 capítulos, se le hace honor a las artes escénicas de la India, comprende claramente la danza, la música y por supuesto, el drama. Este escrito les muestra a sus lectores cómo debía y debe ser la puesta en escena; su compendio abarca temas desde, los dramas a tratar en la escena, pasando por la significación de los movimientos de las manos de los actores, los gestos, los instrumentos a utilizar según cada historia, formas de comportamiento, entonaciones y emociones de los actores, la distribución del reparto, hasta temas como la escenografía, el traje de cada personaje y la caracterización de éste, entre otros contenidos.

 

Este último ítem es realmente curioso, su capítulo es el 23 y da cuenta explícitamente de la significación que tenía cada elemento del vestuario y su caracterización, por ejemplo, el largo y el grosor de las barbas del actor, mostraba quién era y qué rango de importancia tenía para la historia.

 

A la derecha, representación de Akrura, jefe del antiguo pueblo de la India Yadava.

Tomada de: http://en.m.wikipedia.org/wiki/File:Akrura1.jpg. (03\10\2013)

Escena de la obra Thoranayudham, los personajes que se encuentran en la fotografía son Hanuman, Ravana y Vibhishana.

Tomada de: http://virali.wordpress.com/kutiyattam/.(03\10\2013)

Otro tema realmente considerable en este tratado, es su preocupación por las sensaciones que siente el público al ver las obras.

 

Un aspecto importante de Natya era evocar rasa. Rasa se ​​expresa como una experiencia estética de la audiencia, que es el resultado de un contexto, una reacción y una sensación transitoria en el drama, expresada a través de Abhinaya que resulta en un estado de ánimo dominante o permanente. Esta experiencia es, obviamente, más allá de la emoción y es de naturaleza estética (http://www.thehindu.com/. 2013).

 

Entonces, los actores de una obra dictaminada por el Natyasastra, invocaban el bhava (emoción) para percutir en el espectador,  sensaciones voluntarias o involuntarias (Rasa) distintas: erotismo, horror, asco, humor, romance, etc.

 

Por otro lado, el teatro Noh japonés, es proveniente de los rituales de comunidades agrícolas. Es el escenario de mitologías, leyendas o hechos históricos que marcaron a Japón. El perfeccionamiento de su práctica, se dio en la época Muromachi (siglo XV), en la cual surge la sociedad guerrera samuráis. Kan-ami y Ze-ami, fueron quienes depuraron e instauraron estas prácticas en el arte dramático. Su intención era conseguir un grado de belleza sublime, que hiciera inolvidable el momento para el espectador.

 

El Noh se comprende de una estructura bastante compleja, sus actores son entrenados desde los 7 años de edad y es apenas hasta los 24 años, que comienzan a ser actores principiantes de este arte. Ellos son entrenados rigurosamente en las artes marciales, el budismo y les exigen tener la mente y el cuerpo completamente sano.

 

La música es fundamental para el Noh, pues es la que guía a los espectadores a sentir el drama y llevarlo a un plano completamente trascendental. Hay varios coristas que se sitúan cerca al escenario; los músicos están en la parte posterior dentro del escenario y tienen tres tipos de tambores, además de una flauta de bambú. Ellos indican y siguen movimientos de los actores.

 

También, hay un gran cuidado en el escenario. En términos generales, es un cuadrilátero que comprende un techo y un pasillo en el lado izquierdo. Una característica fundamental es que en el cuadrilátero, en la pared del fondo se encuentra pintado un pino, su propósito es simbolizar uno de los medios, por los cuales los dioses descienden de la tierra. Este pasillo llamado hashigakari, representa la unión del mundo de los vivos con el mundo de los muertos. La posición y el ritmo de los actores al entrar en escena y en el trascurso de ella, hablan de la importancia que tienen en la historia y qué papel interpretarán.

Escenario del teatro Noh japonés.

Tomada de: http://irukina.com/%E8%83%BD-una-noche-en-el-teatro-noh.html. (15\10\2013)

El vestuario de las obras Noh, son diferentes tipos de kimono con materiales de alta calidad y su creación, es mesuradamente cuidadosa. Los colores y las siluetas de cada kimono, están predeterminados por la significación del personaje en la obra.

Representación de teatro Noh del grupo Mansaku-No-Kai Kyogen Company.

Tomada de: http://blog.lefigaro.fr/theatre/2011/03/. (15\10\2013)

Escena de teatro Noh japonés.

Tomada de: http://mimaiateatro-adios.blogspot.com/2010/08/campamento-base-en-kyoto.html. (15\10\2013)

Se puede interpretar entonces que este arte dramático, es completamente metafísico y lo que presenciamos como espectadores, es una historia existencial, donde asuntos tan sustanciales como la vida o la muerte, se vuelven simbólicos, pero también vivenciales y hasta nos permitiríamos decir, que al presenciar las obras Noh, podría suscitarse perfectamente hechos catárticos en el espectador.

 

Estas dos maneras de teatro, tienen un sinnúmero de códigos puestos en la escena que no permiten el entendimiento de cualquier espectador. El teatro Noh y el Natyasastra exigen un espectador instruido, que tenga conocimientos sobre estas artes y sepa claramente qué se habla en la escena con la utilización de sus simbologías, de lo contrario, no habría un proceso mental y físico de acompañamiento en la escena, donde el espectador presencie realmente lo que estas formas de teatro quieren hacerle sentir. 

 

El teatro que invoca fuerzas de dioses, fuerzas ancestrales y metafísicas, como lo vimos en los dos ejemplos anteriores, aún funciona en la actualidad porque las personas de su contexto, respetan fielmente estas representaciones. El teatro como lo dijimos en un principio, encarna figuras de poder que denotan un gran sentido para su comunidad y esta significación, al ser tan enérgica, no permite la parodia o la transgresión para el antojo nihilista de algunos.

 

En nuestra cultura occidental, es difícil encontrar códigos tan significativos que sean respetados por la mayoría, pues hemos renunciado a muchas de nuestras conexiones ancestrales y todo lo que nos rodea, hasta lo sacralizado, lo utilizamos a nuestro capricho; ya no tenemos elementos materiales o inmateriales que sean sagrados para todos y por eso, es difícil generar códigos simbólicos en nuestro medio; cada uno de nosotros tiene un percibir distinto: el rojo para algunos puede ser pasión, deseo, sangre, pero para otros, puede ser alegría, bondad, ternura y no hay algún dispositivo que nos condicione.

 

El vestuario que proponemos en esta investigación, quiere provocar la catarsis, seducir fuerzas impulsivas en el espectador, quiere que éste rompa sus molduras y se expanda, que experimente sus formas alegóricas de transformación, que se libere de las fuerzas opresoras y que por un instante, en un acto de crueldad, el espectador reafirme su cuerpo, se vuelva creador, creativo y le invadan fuerzas salvajes, retentivas; que vea sus fantasmas en frente y que posiblemente, entre en estados alterados de conciencia al dejarse llevar por los estímulos.

 

Estas fuerzas debemos introducirlas en el vestuario como mecanismos de diseño, nuestro fin se centra en el área estético-comunicativa[12] del vestuario. Aquí, ya no pensamos en la caracterización o representación de un personaje, el vestuario que invoca y provoca, tiene la condición de presentar, y por eso, los pilares fundamentales del diseño en el vestuario, se alteran. Para ejemplificar lo anterior, tomemos nuevamente el caso de Cassandra. Este personaje no hubiera podio concederse de la forma en que se hizo, si el vestuario se hubiera pensado desde las bases tradicionales del diseño, pues la ergonomía, la biomecánica, la funcionalidad y demás elementos esenciales del vestuario, cambian. La melaza puesta en el cuerpo de la actriz, no sería ergonómico al momento de moverse, pero es precisamente esto, lo que permite darle nuevas funciones estéticas en las relaciones actanciales.

 

Además, al vestuario como provocador de fuerzas, no le interesa ser agradable para el público, su carácter armonioso también cambia. Como lo hemos dicho en varias ocasiones, queremos despertar un asunto estético trascendental y en esta medida, el vestuario es visto desde diferentes categorías estéticas como lo grotesco, lo abyecto, lo sublime, lo siniestro, lo trágico, lo cursi, entre otras más.

Escena de la obra Ravioles negros del director Alberto Villareal. Esta obra habla de las obsesiones corporales del hombre y como se puede ver en la imagen, obedece a algunas categorías estéticas ya mencionadas; su vestuario es construido por diferentes materiales como la arcilla y la pintura.

Tomada de: http://www.lamalatinta.com/wp-content/uploads/2013/04/ravioles-negros-el-granero_0.jpg. (12\10\2013)

Escena de la obra Ravioles negros del director Alberto Villareal. Posiblemente para algunos espectadores, esta manifestación no es agradable, pero sí es generadora de estímulos estéticos. Fotografía de Alfredo Millán. (12\10\2013)

A continuación, hablemos a grosso modo de los procesos de creación del vestuario en la materia Otras Poéticas que imparte el programa de Artes Representativas (Teatro) de la Facultad de Artes en la Universidad de Antioquia. Pues vemos que hay unas intenciones vestimentarias potencialmente crueles en los ejercicios escénicos de los estudiantes.

 

Para hablar de este proceso, pongamos en evidencia el trabajo de Sebastián Ramos con el ejercicio escénico Armadura de rencores. Lady Macbeth (2013). Los ejercicios siempre parten de un texto dramático, en este caso es Lady Macbeth.

 

La construcción del personaje, en Otras Poéticas la llaman: Creación del personaje rizomático, y se realiza en tres etapas. La primera es denominada Prosaica y es donde el estudiante se cuestiona, indaga y se hace una pregunta a partir de sus vivencias personales, después, busca la relación de esas vivencias con el personaje dramático, y comienza un proceso que lo llaman: La enciclopedia. Es reflexionar a partir de esas experiencias íntimas del estudiante con el personaje. Ramos encontró en este proceso, una significación de las armaduras, las corazas que los cuerpos cargan, y le dio el nombre de Armadura de rencores.

 

[…] él construyó una Lady Macbeth que está hecha, de toda la columna vertebral desde la nariz, con cuchillos, que van: los de la columna hacia afuera y la otra armadura de los brazos y las piernas con los cuchillos hacia dentro; entonces el rencor era hacia sí mismo, y en la mitad de la armadura hay un corazón, él tiene todos los cuchillos ya enterrados en el corazón y […] dentro de la boca cuelga un hilo que termina en una aguja, entonces la acción de él es desprenderse, liberando los cuchillos, liberando los rencores del corazón y al final lo que hace es coser el corazón. (Alzate, 2013)

 

Ejercicio Armadura de rencores. Lady Macbeth del estudiante Sebastián Ramos con la profesora Luz Dary Alzate.

Fotografía: Biblioteca personal de Luz Dary Alzate. (29\07\2013) 

Ejercicio Armadura de rencores. Lady Macbeth del estudiante Sebastián Ramos con la profesora Luz Dary Alzate.

Fotografía: Biblioteca personal de Luz Dary Alzate. (29\07\2013) 

En la primera presentación del ejercicio, uno de los espectadores, en un estado de alteración, “Le dijo ‘Te quiero liberar de tu dolor’, y entonces le cosió el corazón” (Alzate, 2013). La idea inicial era que el mismo actor cosiera el corazón, pero hubo códigos que estimularon la sensibilidad del espectador e incitó a éste, a tomar una postura de sujeto activo en acción.

Ejercicio Armadura de rencores. Lady Macbeth del estudiante Sebastián Ramos con la profesora Luz Dary Alzate. Fotografía: Biblioteca personal de Luz Dary Alzate. (29\07\2013) 

Como lo habíamos expresado en el ejercicio de Taborda y Tapias, en Armadura de rencores. Lady Macbeth, también es claro que hay un proceso catártico, subjetivo para pensar y materializar el personaje dramático. Aquí vemos nuevamente la estructura del pensamiento desde el cuerpo; podríamos decir que Otras Poéticas, es semejante a la disposición del ritual, el cuerpo dramático es el centro de la escena y aunque en ocasiones estos ejercicios performativos como lo explica Alzate, se trasladan al teatro, es decir, con una estructura y narrativa teatral, al hacer este cambio, no se dejan a un lado las intenciones del cuerpo; porque solo desde él, se construye la escena y se encarnan las fuerzas que manifiesta el texto dramático. 

 

Además, como lo podemos comprender, el vestuario invoca esas fuerzas sensibles, catárticas que generan la provocación del público, esta segunda piel, maximiza todas las funciones estéticas del vestuario y potencializan su efecto en el espectador. El vestuario entonces, para estas prácticas performativas, sí se convierte en vehículo catártico, pues se manifiesta en un cuerpo dramático y a partir de allí, por medio de la labor intelectual asociativa de un recuerdo no resuelto del espectador o simplemente impulsiones estimuladas por el vestuario, hacen que el espectador sufra catarsis. 

[11] Hay varias discusiones sobre quién fue el escritor del Natyasastra, pues algunos historiadores dicen que fueron varios autores quienes escribieron el tratado, otros dicen que Bharata es solamente una forma de llamar algunos actores; esta afirmación se da por el versículo 35,91 de este mismo tratado, que dice: “él es únicamente el actor principal; por tener muchos papeles, se le llama Bharata”.

 

[12] Hay tres pilares fundamentales en el Diseño de Vestuario: funcional-operativo, estético-comunicativo y tecno-productivo.

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